SCULTURA, traducido del italiano, significa ni más ni menos que “escultura”, y no es una casualidad que sea también el nombre del modelo de una de las bicicletas más atractivas de MERIDA. El ciclismo históricamente se ha caracterizado por una elegancia a temporal y nuestra SCULTURA lo que hace es ajustarse a ese canon, a la vez que se combinan las últimas tecnologías con el fin de obtener la mezcla perfecta entre prestaciones, ligereza, confort y aerodinámica. Así ha sido, desde que en 2006 la primera SCULTURA saliese de los moldes de nuestra propia fábrica de TAIWAN, hasta hoy.

Originalmente concebida como una clásica todo terreno dentro de la familia MERIDA, la SCULTURA ha ido perfeccionando su diseño en estos diez años. En la que fue su tercera evolución, se establecido como la auténtica especialista utilizada por el LAMPRE-MERIDA en las pruebas más exigentes del circuito UCI World Tour, dejando su sello en puertos míticos del Tour como el Alpe d’Hez o el Stelvio del Giro.

La cuarta generación de la SCULTURA da un paso más y se sitúa no sólo como la mejor escaladora del pelotón. La nueva plataforma es la base que sirve para desarrollar la bicicleta más ligera del mundo, a la vez que se ha mejorado la eficiencia aerodinámica, para hacerla más rápida y el confort para poder sobreponerse más fácil a las exigencias de las etapas más duras.

Ganamos la batalla contra el viento

Uno de los principales objetivos con la nueva SCULTURA era el de reducir el peso de todo el cuadro. Nuestro equipos de I+D trabajó intensamente en el laboratorio hasta que logramos romper la barrera de los 1000 gramos para el cuadro con la horquilla. El secreto para llegar a una cifra a la que nunca antes se había llegado radica en un nuevo proceso de fabricación desarrollado por nuestros ingenieros en nuestra fábricas.

Más de 400 laminas de fibra de carbono se pegan a mano al rededor de un molde de EPS, empleando a los mejores profesionales y muchas horas de trabajo. Sólo así podemos lograr el montaje perfecto, optimizando la cantidad de material en cada punto, sin perjudicar las prestaciones, a la vez que eliminamos todas las arrugas que se generan en el carbono una vez entra en los hornos. El grosor mínimo de las paredes de los tubos baja hasta los 0,4mm, una medida imposible hasta la fecha.